Encontrar una institución que dure más de 450 años es excepcional. La velocidad en la que nuevos negocios se constituyen es pareja al ritmo de su destrucción. ¿Existe un elixir mágico que haga que las organizaciones sean longevas y sanas? ¿Cuál es la arquitectura de un negocio para que trascienda con éxito múltiples ciclos económicos, distintos líderes, colecciones diferentes de productos y servicios, tecnologías rompedoras? Es decir, ¿cómo se construye un negocio con vocación de durar eternamente?

Ignacio de Loyola, nacido en Azpeitia, funda en París en 1534 la Compañía de Jesús junto con 10 hermanos españoles, franceses y portugueses. Casi 480 años después de su constitución, la comunidad Jesuita es actualmente la organización educativa más grande y globalizada, operando en más de 100 países y en todas las esferas de la sociedad; desde las escuelas y universidades más prestigiosas hasta los trabajos más sacrificados con los más desfavorecidos. ¿Qué es lo que ha permitido su continuidad a lo largo de casi cinco siglos y qué pistas nos da para incorporar a nuestras organizaciones?

Chris Lowney compartió en su libro Liderazgo Heroico cuatro de los factores principales que fundamentan los pilares fundamentales del modelo de organización duradera de la orden Jesuita.

jesuitas

El autoconocimiento

Conocerse a sí mismo era algo imprescindible para un hermano jesuita. Sólo a través del profundo entendimiento y la apreciación de las fuerzas y debilidades de cada uno, el hermano jesuita pudo estar preparado en el siglo XVI para embarcarse en un viaje que duraría toda una vida, y que le llevaría tan lejos como a la India o al Imperio del Japón, todo esto sin conocer el lenguaje, las costumbres, tradiciones, religiones, estructuras sociales, etc. Para abrazar el cambio y ayudar a otros a cruzar distintos umbrales, uno necesita, en primer lugar, comprender profundamente su finalidad última en la vida y lo que verdaderamente quiere como individuo. Los retiros y los mentores espirituales eran dos de los mecanismos que favorecían la auto-reflexión y el crecimiento personal.

 

El amor

No es fácil describir de manera intelectual el amor que todos deseamos experimentar y dar. La creencia de Loyola era que, en la ausencia de miedo, el amor toma el mando. De tal modo que, en la persecución del amor, aprender a lidiar con el miedo nos ayudará a conectar con la necesidad última de todo ser humano: la necesidad de amar y ser amado. No hay mejor manera de experimentar el amor de forma plena que viviendo una vida sin miedo. En el corazón de las asunciones de Loyola uno descubre que las personas somos buenas en esencia y con buenas intenciones y que el amor es el despertador más efectivo del potencial de un individuo.

De la interpretación jesuita del amor emergen cuatro distinciones para un liderazgo de impacto sostenible:

  • Todos somos líderes, y lideramos en todo momento.
  • El liderazgo nace de dentro. Fluye del juego interior y determina quién soy y lo que hago.
  • El liderazgo no es un acto; es un modo de vivir.
  • Es un viaje, un proceso sin fin a cuyo destino nunca llegas.

 

Ingenio

Los hermanos se enfrentaban a condiciones de vida extremas en las que encontrar una solución. Para un jesuita, su hogar es el mundo entero. Vivían (y viven) con “las sandalias puestas”, para aprovechar cualquier ocasión. Su misión consistía en abrazar el cambio y la oportunidad. Ser creativo y usar abundantemente la imaginación  para superar cualquier situación, dos cualidades que estaban en el corazón de su formación.

 

Heroísmo

Fortalecerse a sí mismos y también a los demás mediante deseos de superación. Luchar a muerte contra la complacencia. Despertar grandes deseos y hambre de progreso con emociones intensas. “Ulterior Semper”; siempre mirando más alto y más lejos. Nunca instalarse; desafiar las expectativas y perseguir la excelencia, apostar siempre por el siguiente nivel.

Es fascinante observar que la profunda y para nada obvia integración de estas cuatro dimensiones en las organizaciones y en las vidas de sus miembros fue una respuesta poderosa a un mundo que había cambiado más en 50 años – en el siglo XVI – que en los 1000 anteriores. Parece claro que la estructura propuesta ha seguido teniendo éxito y manteniendo su fuerza durante los últimos cuatro siglos y medio.

Autoconocimiento, amor, ingenio y heroísmo son, pues, algunos de los ingredientes a considerar  para construir organizaciones legendarias. Ahora a ponernos en marcha para la ejecución.

Carlos Escario.

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